Es increíble como las experiencias dolorosas llegan a tu vida, te rompen por dentro, te sacuden toda, te enseñan, y todo sigue igual. La misma gente, el mismo trabajo, la misma calle, la misma rutina, pero ya tú no eres la misma.
Pero lo más que me sorprende es que nadie se dio cuenta de cuánto costó levantarte ni cuán duro te pegó esa experiencia dolorosa. Lo único que puedes entender es que si no hubiera Sido por la Mano de DIOS puesta sobre tu corazón, hoy no lo estarías contando. Porque el único que se queda cuando todos se van, el único que te entiende porque conoce tu dolor, es el SEÑOR. Fue el único que te escuchó por las noches cuando llorabas abrazando tu almohada. El que estuvo allí, en medio de tus crisis, el que cuando ya no podías más siempre te daba una palabra de consuelo y esperanza. Porque fue el único que creyó en ti... Y siempre supo que saldrías adelante porque no estabas solo/a, Lo tenías a Él peleando contigo tus peores batallas. Amén!
Lee conmigo una porción del Salmos 18:1-6
Te amo, oh Jehová, fortaleza mía.
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
Mi escudo, y la fuerza de mi Salvación, mi alto Refugio.
Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,
Y seré salvo de mis enemigos.
Me rodearon ligaduras de muerte,
Y torrentes de perversidad me atemorizaron.
Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte.
En mi angustia invoqué a Jehová,
Y clamé a mi Dios.
El oyó mi voz desde su templo,Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Amén
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