No te dejes deslumbrar, encandilar, embelesar, sorprender, atraer por destellos de luz que prometen riquezas, fama, elogios, reconocimiento, placer, éxito, estabilidad, poder.
Es muy fácil tropezar y caer al ser deslumbrados por algo, porque nuestros ojos pierden la capacidad de reconocimiento y distinción al ser obnubilados por estas cosas que parecen bellas y atractivas.
DIOS lo sabe, sabe que nuestros ojos pueden ser encandilados y por eso nos advierte y pide no hacer tesoros en la tierra donde las cosas se corrompen y dañan, sino en el cielo donde las cosas perduran y permanecen.
Esta palabra nos invita a hacernos varias preguntas.
¿En qué lugar estoy haciendo mis riquezas?
¿Me ha deslumbrado el hecho de hacer riquezas terrenales?
¿Cuál es tu tesoro, dónde lo tienes?
¿Dónde está tu corazón?
Es cierto, y se debe reconocer que los destellos de luz que ciegan son atractivos y nos gustan, nos llaman la atención, pero, casualmente, son destellos que como vienen se van y, casi siempre, traen consecuencias dolorosas. Medita dónde están tus tesoros y en qué lugar los estás haciendo.
Empieza a crear riquezas en el cielo, allí no hay riesgo, es el banco más seguro.
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