Las aspiraciones son aquellas cosas que ambicionamos. Es el deseo de subir un escalón, de alcanzar un peldaño más. De no conformarse, ni limitarse.
Es salir de la zona de conformidad y arriesgarse para adquirir nuevas cosas.
Los que aspiran, sueñas y se imponen metas para lograr convertir lo que sueñan en realidad, ponen el corazón en cada cosa que hacen y le añaden dedicación y pasión. Mezclan el entusiasmo con la energía. Son forjadores del optimismo y si encuentran una piedra en el camino, la remueven o le pasan por el lado.
Algo muy importante para los que tienen aspiraciones es reconocer y saber que la fuente de cualquier logro viene de DIOS. Que solo de ÉL provienen las fuerzas para enfrentar cada desafío con valor y entereza.
Que cada día aspiremos a ser mejores es grandioso.
DIOS, muchas veces, tras esos sueños y deseos, esconde propósitos hermosos y maravillosos. ÉL es quien pone tanto el querer como el hacer. Así que la próxima que surja una gran idea por tu mente o quieras dar inicio a un nuevo proyecto, piensa y no lo dejes pasar por alto, porque puede ser DIOS mismo quien te esté inspirando.
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