Hoy, en esta noche de fin de año, cierras un volumen más de la historia de tu vida. Cuando comenzaste este libro era todo tuyo, te lo puso Dios en las manos, podías hacer de él lo que tú quisieras, un poema, una pesadilla, una oración.
Podías.... Hoy ya no puedes, no es tuyo, ya lo has escrito, ahora es de Dios.
El te lo va a leer todo, el día en que mueras, con todos sus detalles... ya no puedes corregirlo, ha pasado al dominio de la eternidad.
Piensa unos momentos, en esta última noche del año. Toma tu libro y léelo despacio... hojéalo... deja pasar sus páginas por tus manos y por tu conciencia. Ten el placer de leerte a ti mismo.
Lee todo.... repite aquellas páginas de tu vida en las que pusiste tu mayor estímulo... lee aquellas otras que nunca quisiste haber escrito. No.... no..... no.... no intentes arrancarlas, es inútil. Ten valor para leerlas.
Son tuyas, ya no puedes destruirlas, pero si puedes anularlas cuando escribas tu volumen siguiente. Si lo haces así, Dios las pasará de corrido cuando lea tu libro en el último día.
Hay en él trozos enteros de ti mismo.
Es un drama apasionante, en el que tú eres el primer personaje. Tú en escena con Dios, con tus semejantes... con la vida.
Es un libro misterioso que en su mayor parte (la más interesante) no puede leerlo nadie más que Dios y tú. Si sientes deseos de besarlo.... bésalo... si tienes ganas de llorar..... llora fuerte sobre sus viejas páginas en este día en que termina el año.
Pero sobre todo... ora sobre tu libro viejo. Tómalo en tus manos... levántalo hacia el cielo y dile a Dios, desde el fondo de tu corazón: "Gracias Padre Mio y perdóname".... después ponlo a los pies de Cristo... no importa como esté... aunque tenga páginas negras... Cristo sabe perdonar.
Esta noche te va a dar Dios otro libro completamente nuevo y blanco... es todo tuyo... vas a poder escribir en él lo que quieras.
Pon el nombre de Jesús en la primera página... después pídele humildemente que no te deje escribirlo solo... dile que siempre te tenga de la mano y del corazón.