Aprovecha este tiempo especial de Navidad para AMAR, PERDONAR, SANAR, RESTAURAR, COMPARTIR Y DAR LO MEJOR DE TI…
Aquí tienes siete pasos para restaurar una relación:
- Habla con Dios antes de hablar con la persona. Discute el problema con Dios. Si primero oras acerca de conflicto en lugar de ir y contárselo como chisme a un amigo, a menudo descubrirás que Dios o bien cambia su corazón o bien cambia a la otra persona sin tu ayuda. Todas las relaciones serían más placenteras si tan solo oráramos más por ellas.
- Siempre toma la iniciativa. No importa si tú fuiste el que ofendió o el que fue ofendido: la expectación de Dios es que tú tomes el primer paso. No esperes que la otra persona lo haga. Ve tú primero. Cuando la comunión está lastimada o rota planea una conferencia de paz inmediatamente. No lo prorrogues, no hagas excusas y no prometas que lo harás algún día. Pon en tu agenda que tendrás una reunión cara a cara lo más pronto posible. La demora sólo profundiza el resentimiento y pone las cosas peor. Cuando hay un conflicto, el tiempo no sana nada; sólo causa que la herida se infecte más.
- Simpatiza con los sentimientos del otro. Usa tus oídos más que tu boca. Antes de atentar resolver cualquier desacuerdo, primero tienes que oír los sentimientos de la persona. Concéntrate en los sentimientos del otro, no en los hechos. Comienza con la simpatía, no con las soluciones.
- Confiesa tu parte en el conflicto. Si quieres en serio restaurar una relación, deberías empezar con admitir tus propios errores. Ya que todos tenemos un punto ciego, puede que necesites pedirle a una tercera persona que te ayude a evaluar tus propias acciones antes de reunirte con la persona con quien tienes el conflicto. No te excuses ni eches la culpa; simplemente acepta cualquier papel que hayas jugado en el conflicto. Acepta tu responsabilidad por tus errores y pide perdón.
- Ataca el problema, no la persona. No puedes resolver el problema si estás obsesionado con echar la culpa. Tienes que escoger entre los dos. Para resolver conflictos, cómo lo dices es tan importante como qué dices. Tienes que destruir tu arsenal de armas nucleares relacionales, tales como acusar, menospreciar, comparar, usar nombres ofensivos, insultar, hablar condescendientemente y ser sarcástico.
- Coopera en lo más que puedas. Pablo dijo, "Hagan todo lo posible de su parte para vivir en paz con todos." La paz siempre tiene un precio. A veces nos cuesta nuestro orgullo; frecuentemente nos cuesta nuestro egocentrismo.
- Enfatiza la reconciliación, no la resolución. No es realista esperar que todos estén de acuerdo con todo. La reconciliación te enfoca en la relación mientras que la resolución te enfoca en el problema. Cuando nos enfocamos en la reconciliación, el problema pierde su importancia y muchas veces se hace irrelevante.
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