Hay tres tipos de tormentas:
La PRIMERA es la tormenta “Pedro” (Mateo 14:22-33) es aquella que se desata sin aviso en medio de la noche, nos asusta porque nos toma completamente desprevenidas.
En ella clamamos a JESÚS y nos aferramos a ÉL como nuestra salvación sin saber que en nosotras mismas ya estaba la autoridad para calmarla y enmudecerla. Sin embargo, una vez más Él hace lo que a mí me correspondía.
La SEGUNDA es la tormenta “Pablo” (Hechos 27:9-38) en ésta se nos advierte de ella, de su poder destructor y sin embargo las circunstancias nos arrastran aún en contra de nuestra propia voluntad y somos llevadas a un gran naufragio donde perdemos absolutamente todo, excepto la fe.
En donde DIOS nos levanta y nos vuelve a dar la fuerza para continuar el viaje.
Y la TERCERA se llama “Jonás” (Jonás 1:1-17 y 2:1-10) es una tormenta que nosotras mismas nos creamos, es esa en la cual te desalineas completamente de la voluntad de DIOS, donde vas contra viento y marea ignorando la voz interna de tu corazón, y donde estas a punto de perjudicar a muchos inocentes.
Esta última tormenta es la más llena de gracia, porque es aquella que te hace volver a alinearte no por lo sufrido sino por la inmensa bondad de DIOS a ti mostrada.
Es donde experimentas su paciencia y su eterno amor por mantenerte cercano a su corazón.
Lo único que he comprobado es que en esta vida seguirán habiendo tormentas y también tengo la completa certeza que en todas ellas siempre estará DIOS para salvarnos, librarnos o simplemente acompañarnos.
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