A veces miras y buscas en todas partes dónde encontrar aunque sea un poco de consuelo en medio de tu desesperación. Pero aunque no lo recibas de las personas que esperas, quiero recordarte que el alivio que necesitas para tu pena, dolor o disgusto, sigue estando a los pies de CRISTO.
Toma tiempo para hablar con ÉL, quizá cuando termines de hablarle no cambie la situación, sin embargo, podrías cambiar tú.
Con frecuencia acudo a DIOS y noto que luego de conversar con ÉL me sobrecoge una calma, una paz que sobrepasa todo mi entendimiento y que va por encima de mis problemas o dificultades. Puedo sonreír aún en medio de situaciones tristes porque Su Gozo me infunde Fortaleza. La oración me transforma cuando acudo a ÉL con mi corazón sincero. Su Consuelo me sobrecoge y sus dulces caricias confortan mi espíritu.
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