Reflexión
Hay momentos en la vida en donde nos encontramos sin fuerzas. Quizá nuestras fuerzas se fueron perdiendo en la batalla. Hemos tratado de subsistir a pesar de cualquier circunstancia… y eso tiene un gran mérito.
Hay personas que se rinden al sentirse sin fuerzas. En cambio hay muchos más que, a pesar de sentirse sin fuerzas siguen luchando. Y es que a veces pareciera que lo más fácil es rendirse, sin embargo, rendirse jamás será la mejor opción.
El apóstol Pablo dijo en una ocasión: “perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;” 2 Corintios 4:9
Pablo estaba expresando el sentimiento que muchos de nosotros tenemos en momentos en donde nos sentimos sin fuerzas. Y es que muchos nos sentimos así: derribados.
Quizá los últimos días te has sentido sin fuerzas. Sientes como todo se va poniendo en tu contra y hasta hoy has luchado a pesar de todo. Pero si por alguna razón, hoy sientes que ya no puedes… y te identificas con estas palabras, te digo: ¡Sigue luchando!
No hay mejor batalla que la que se lucha a pesar de llevar “desventaja”. Y es que las circunstancias que hoy te rodean, pueden hacerte pensar que llevas mucha desventaja. Pero la realidad espiritual es diferente, porque cuando tú no dejas de luchar, cuando persistes, cuando decides avanzar en lugar de rendirte, es allí en donde DIOS te premia con la victoria.
La gran mayoría de nuestras victorias no fueron porque llevábamos gran “ventaja”. Al contrario, en la mayoría de nuestras victorias iniciamos con “desventajas” con panoramas grises, con circunstancias difíciles, con gigantes delante de nosotros, con murallas gigantescas que impedían nuestro paso, con vientos contrarios que querían hundir nuestra barca. Sin embargo, en cada una de ellas teníamos un seguro de victoria. Era la PRESENCIA de DIOS en nuestra vida, que aunque muchas veces “no la percibamos” porque nuestra vista esta nublada, siempre está allí, a nuestro lado, PELEANDO las BATALLAS por nosotros.
Hoy quiero animarte a no darte por vencido, a no rendirte, a no quedarte en el suelo. ¡Vamos!, sigue luchando, no te rindas, levántate cuantas veces sea posible, porque tú no vas solo, no peleas solo, DIOS está contigo en cada instante de tu vida, por eso y por más: ¡Sigue luchando!
¡DIOS es quien renueva tus fuerzas para seguir luchando!
“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías 40:29
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