Muchas son las circunstancias que te llevan al sufrimiento y al dolor así como al fracaso, mas todas ellas dejan de tener importancia cuando te enfocas en la búsqueda de la verdadera felicidad, la que venda tus heridas, cura tu mal y sana tu alma aun cuando quedaran cicatrices, se vuelve tu ungüento y tu bálsamo. Porque para ser feliz hay que anhelar las cosas de arriba, las celestiales, hay que sentir el gozo de la salvación y amar a JESÚS y confiarle toda tu vida! A pesar de toda circunstancia adversa.
Es esa relación que no muere y es eterna solo cuando la deseas y la buscas de todo corazón. Cambiará tu existencia y tu forma de ver la vida y hacer las cosas.
"Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría." Salmo 30:11
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