No interesa si estás rodeado de una multitud o vives recluido como un ermitaño en la montaña.
Me refiero a que nadie puede sentir exactamente lo que le sucede a tu corazón cuando la crisis golpea a tu puerta.
Las crisis llegan de manera tan inoportuna que no dan espacio a una explicación racional. Quizás es por eso que nos sentimos tan solos cuando estamos en medio de ellas… pero es allí donde debemos aprender a convivir con la soledad.
Quizás porque es solo allí cuando nos sentimos cerca del Señor como nunca antes…
CONFÍA en el Señor… todo saldrá bien!!!
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