Querido(a) amigo(a), sean cuales sean esos mensajes que diriges a DIOS, ninguno de ellos se pierde: ¡todos llegan a su destino!
ÉL escucha cada una de tus oraciones (Proverbios 15:29)ÉL oye tus súplicas (Salmo 116:1-2)
ÉL inclina Su corazón hacia ti (Salmo 40:1).
ÉL se entristece por tus angustias (Salmo 18:6)
ÉL se conmueve por tus lágrimas (Salmo 6:8-9).
¡Sí, orar, es tener el privilegio de sembrar palabras en la Eternidad! Es igualmente la gracia de compartir lo que te pesa, lo que te entristece y te abruma con Aquél que todo lo entiende, que conoce todo. Cuando abres tu corazón a DIOS, le permites que sople en él con Su Espíritu.
Te animo a que hables todos los días con DIOS sin ningún temor, sino con la seguridad de que estás siendo oído(a) por ÉL. ¡ÉL es tu Padre, y está atento a todo lo que te pasa!
Te invito a terminar ahora con una oración: “Señor, en ocasiones pierdo la paciencia y empiezo a dudar de que escuches mis oraciones. ¡Perdóname, y enséñame a tener paciencia y a confiar en Ti! Sé que nunca te retrasas ni te adelantas, sino que siempre eres puntual para ayudarme. ¡Gracias por Tu gracia y por Tu amor! Amén”.
¡Persevera en la oración, querido(a) amigo(a), DIOS tiene la solución a tus problemas!
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