Que no te domine la desesperación y la aflicción, adora al SEÑOR con un corazón humilde, confía en Su Sabiduría, Protección y Amor. Comprendamos que los triunfos y los fracasos vienen en el mismo paquete y debemos aprender a vivir bien en ambas situaciones.
¡DIOS no te dejará! Nos ha enviado al ESPÍRITU SANTO, al Consolador, porque sabía que lo necesitaríamos.
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