Si la alegría es grande, ora. Pero si te preocupa tu realidad, ora también.
Ora al despertar y en la cama.
Ora por escapar de un peligro.
Ora cuando realizar ese sueño. Ora por ti.
Ora por los demás. Ora. Hoy y siempre.
Porque la oración es nuestro lazo con DIOS. Y sin ÉL, nada puede funcionar.
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