Todos, como seres humanos, necesitamos sentirnos escuchados, pero a menudo ponemos más nuestra atención en hablar, que en escuchar. El hábito de escuchar atentamente a las personas y de hablar con humildad, nos ayudará a crecer en sabiduría, y hará que seamos de gran Bendición para los que nos rodean.
Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. Santiago 1:19
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