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julio 29, 2020

SEÑOR «¡Sálvanos!»


Señor, ¡sálvanos! Cuando los discípulos acudieron a Jesús (Mateo 8:23-25), pudieron decir dos palabras: «Señor, ¡sálvanos!». No había tiempo para discursos preparatorios, ni tampoco era ocasión para intentar impresionar ofreciendo pensamientos profundos o palabras polisílabas. Está oración tenía que ser como una flecha, delgada y puntiaguda, dirigida al corazón del asunto. No le contaron a Jesús todos los detalles de la tormenta; de hecho, ni siquiera mencionaron la tormenta. Él ya lo sabía. No le dijeron a Jesús cómo tenía que salvarles, pues la situación les sobrepasaba. No necesitaban que Él les ayudará a achicar agua o a bajar las velas, sino que necesitaban que hiciera algo, ¡y pronto! Simplemente le pidieron que les salvará (Mt. 8:26-27). Nosotros también hoy nos presentamos como hijos de Él y le decimos al Todopoderoso SEÑOR «¡Sálvanos!»

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