Dejar que DIOS pelee nuestras batallas no significa que nos quedemos quietos y no hagamos nada mientras esperamos que DIOS haga todo, y no se trata de intentar hacer lo que solo DIOS puede hacer.
Alguien dijo que entre las grandes cosas que no podemos hacer y las pequeñas cosas que no hagamos, el peligro es que no hagamos nada. Si no tomamos ninguna medida, nada cambiará.
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