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diciembre 03, 2018

Ten piedad de mí, oh Dios


Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.

Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.

Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.

He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.

He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.

Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.

Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.

Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.

Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.

Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.

Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.

Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

Salmos 51

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