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mayo 08, 2016

Clamé a mi Dios y Él me escuchó


En mi angustia invoqué al Señor, clamé a mi Dios y Él me escuchó desde su templo, ¡mi clamor llegó a sus oídos!

A veces pareciera que es más fácil tirar la toalla que seguir luchando. Los problemas nos abruman. Las situaciones nos han sobrepasado... ¿Cómo seguir adelante cuando no hay camino que recorrer? ¿Cómo seguir adelante cuando no hay sentido ni propósito? Es aquí cuando el versículo de hoy entra en acción: en mi angustia, invoqué al Señor y Él me escuchó. Repito: Él me escuchó. Cuando parece que todo está mal. Que nada funciona. Que no puedes encontrar sentido a las cosas. Dobla tus rodillas e invoca al Señor pues Él te escucha. Tu clamor llega a sus oídos. No importa qué tan difícil sea tu problema. Él te escucha. No pienses que Dios te ha abandonado. No pienses que no le interesas. Él está ahí. Él ya envió a Jesús para sufrir por ti y poder reconciliarte con Él. Entiendo que las circunstancias pueden ser intolerables pero no podemos caer en el orgullo y pensar que nadie nos entiende... Solamente Dios sabe por qué permite las cosas. Personalmente pienso que todo lo que nos pasa es para aprender a humillarnos y reconocer lo vulnerables que somos. Mientras más aprendemos a depender de Él más bendiciones recibimos. ¿Qué quiere trabajar Dios contigo? ¿Por qué estás pasando ciertas circunstancias? Haz una pausa y medita en ello pero sobre todo, ten la certeza, la confianza, de que Dios escucha tu clamor y tu oración llega a sus oídos.

Padre, Alabado seas. La gloria es para Ti y te entrego mi vida entera. Perdona que cuestione tus planes. Perdona mi orgullo y guíame para que aprenda a morir a mí y dejarte crecer. Escucha mi oración mi Dios y trae paz y consuelo a mi vida. Lléname de Ti y bendice mi camino. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén

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