Agradece al SEÑOR por tu vida, por tus batallas y por tus circunstancias. No te menosprecies porque ¡eres valioso!
Gracias, PADRE, Por las duras lecciones que me han ayudado a conocerme mejor y mejor conocer a los otros. Gracias por los fracasos vividos, eso me enseñó la humildad, la obligación de jamás sentarme sobre mis laureles y la necesidad de comprender el fracaso de los demás y ofrecerles la ayuda que necesitan en eso momentos. Gracias por todas esas ocasiones que se me presentaron para cultivar la paciencia, la tolerancia, y la esperanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario