El enemigo nunca consigue derrotar al cristiano en un solo día sino que lo hace poco a poco, primero le quita las ganas de leer la biblia, luego de orar y por último las ganas de ir a la iglesia.
El enemigo nunca consigue derrotar al cristiano en un solo día sino que lo hace poco a poco, primero le quita las ganas de leer la biblia, luego de orar y por último las ganas de ir a la iglesia.
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