Tú bien sabes que me gusta platicar contigo en oración, pero también sabes que amo escribirte. Tal vez porque siento que puedo expresarte mejor las cosas cuando las escribo, además de que luego las leo y las recuerdo.
Hoy vengo ante ti a presentarte mi situación, porque solo tú puedes obrar en ella. Nadie más puede intervenir ni hacer nada. Estoy bien consciente de que todo a mí alrededor está diciendo lo contrario a lo que creo y espero. Pero esta fe que es superior a mis fuerzas me hace tener la completa certeza de que estás cerca de obrar. Por eso estoy tranquila, porque mi fuerza y esperanza se centran en ti que lo eres todo para mí.
Tú obraras en el milagro que espero. Tú atenderás a mi oración e intervendrás en su debido momento. Y a mí solo me resta esperar serenamente, para ver de la forma tan grande en que vas a obrar. Y espero ese día con ansías porque ya quiero testificar de las grandezas que vas a hacer en mi vida. Sé que muchos se regocijarán, esa gente que me ha querido de verdad y que en sus oraciones también me presentan.
No hay palabras, ni actitudes, ni limitaciones, ni circunstancias que me puedan apartar de tu amor, de tu propósito y lo que has decretado para mi vida.
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