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febrero 26, 2011

El Poder de una Sabia Decisión


Un día yo fui bautizada y mi bautismo marcó verdaderamente un antes y un después...
Por el don del agua y el Espíritu fui sumergida en la muerte de Cristo para nacer con Él a la VIDA NUEVA, a la vida de Cristo, a la vida de la gracia.

Por el Bautismo llegué a ser “una nueva criatura” (2Cor 5,16), fui verdaderamente “revestida de Cristo” (Gál 3,27).

El Señor a todos nos pide PERSEVERAR EN ESTE CAMINO (ver Mt 24, 13), con paciencia, con esperanza, nunca dejarnos vencer por el desaliento, siempre levantarnos de nuestras caídas, pedirle perdón con humildad si caemos y volver decididos a la batalla cuantas veces sea necesario.

No olvidemos que “el santo no es el que nunca ha caído, sino el que siempre se levanta”.

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